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Noticias - 10 Dec 2020

'Se libra una batalla por los derechos humanos que debemos rescatar de las manos de la dictadura'

A la doctora Vilma Núñez, presidenta del Cenidh, le alarma que la “actitud” de Ortega no es reprimir solo por política, “sino que es de venganza” contra la población que lo critica. “Son perversos, macabros y malvados”, dice sobre la pareja presidencial la defensora de derechos humanos.

Por CINCO

Decir derechos humanos en Nicaragua es asociar de inmediato a la doctora Vilma Núñez de Escorcia, veterana jurista e incansable defensora de derechos desde hace décadas. Su trayectoria a la cabeza del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) la convierten en toda una institución en la materia.  Precisamente por su quehacer, ella y el Cenidh han sido uno de los blancos del gobierno de Daniel Ortega. 


Aunque el régimen arrebató la personería jurídica del Cenidh en diciembre de 2018, la organización, aunque reducida administrativamente, no ha cejado en su constante denuncia en las violaciones a los derechos humanos cometidas por el gobierno Ortega-Murillo. Eso, podría decirse, es una de las máximas que la doctora Núñez plantea en esta entrevista con CINCO: “Ya no tenemos la posibilidad este 10 de diciembre de invitar a todos los organismos de sociedad civil para marchar por los derechos humanos en las calles. Han secuestrado las calles, pero no nuestra voluntad”, dice. 


La voluntad de esta jurista es a prueba de todo, y pese a su edad sigue a la vanguardia de la defensa de los derechos elementales de los nicaragüenses. Es por eso que insiste en este día internacional de los derechos humanos en alzar su voz para alertar sobre la escalada represiva del régimen que, según ella, compromete la realización de elecciones transparentes y competitivas. 


Nicaragua conmemora una vez más el día internacional de los derechos humanos bajo un contexto de violaciones sistemáticas de las libertades sociales y políticas. A más de dos años de la crisis de abril, ¿cómo describe la situación actual? 


No solo hay un estancamiento, sino que un retroceso absoluto en materia de derechos humanos. Cada día el nivel de represión aumenta. El gobierno varía los diferentes instrumentos con los que viola los derechos humanos. Tienen una capacidad impresionante para la maldad. Para ello usan todas las instituciones que cooptaron desde antes del 18 de abril. Una de las tragedias más grandes que puede tener un país es no tener un sistema de justicia independiente, porque no tenemos quien nos proteja. Ya no podemos ni siquiera hablar que Daniel Ortega instrumentaliza al Poder Judicial, sino que el sistema de justicia se ha convertido conscientemente en un instrumento de represión. Específicamente por la fábrica de delitos que tienen instalada en la Fiscalía. Por tener el monopolio de la acción penal, abre la posibilidad para que los jueces actúen. 


Estamos en otro año en que más que presos políticos pasarán navidades encerrados. No solo es un fenómeno de abril, sino que persiste…


Definitivamente es una de las formas más crueles de violentar derechos humanos de manera colectiva. No solamente se tratan de las torturas y privación de libertad, sino de someter a la persona a un encarcelamiento infrahumano. Que es rehén del régimen. Esto también victimiza a las familias de los presos políticos y a toda una comunidad, porque nadie estará absolutamente tranquilo en navidad al acordarse de su familiar o conocido en la cárcel. No hemos luchado quizás lo suficiente para que esa gente no esté en la cárcel. Para que terminemos definitivamente con la causa de que estas personas estén presas, que es justamente la permanencia y desarrollo de una dictadura. 


Lo que ha hecho el gobierno es aprobar un tridente represivo que crea un andamiaje jurídico para justificar la represión de facto. ¿Que significa iniciar 2021 --un año preelectoral con una tendencia a más violencia por parte del régimen-- con estas leyes aprobadas?


Ortega quiere darle una apariencia de legalidad a la represión, porque quiere seguir engañando sobre todo a la opinión pública internacional. Son leyes perversas. En primer lugar, la ley de Agentes Extranjeros viola una cantidad impresionante de derechos humanos, y prácticamente criminaliza el derecho que tienen las organizaciones de defender derechos. Criminaliza la solidaridad que se expresa a través de la cooperación a los organismos. Y está la ley de Ciberdelitos. Ortega quiere destruir la llave que abre la puerta para ejercer la denuncia pública como uno de los métodos más eficaces para la defensa de los derechos humanos. Cierra todas las posibilidades de enfrentar la represión. A los tribunales los contamina y le da una gran arbitrariedad al Ministerio de Gobernación… pero todavía no han podido inventar cuál va a ser la instancia en el Ministerio de Gobernación que va a aplicar semejante adefesio jurídico (ley Agentes Extranjeros). Básicamente institucionaliza la ley mordaza. Todo esto cierra cualquier posibilidad real de unas elecciones justas, libres y transparentes. 


Estas leyes van aparejadas con el estado policial de facto. Si ya estamos en una dictadura, ¿a qué tipo de estado socio político quiere llevar a Nicaragua la dictadura? 


Daniel Ortega nos quiere llevar, y no nos debemos dejar llevar, al único espacio en el que él se siente cómodo: la guerra, el enfrentamiento y la violencia represiva. Él no sabe luchar cívicamente. No debemos permitirlo. Nicaragua debe mantener el propósito de la lucha cívica. Lo que pasa es que a veces hay altos y bajos. Hay cansancio y miedo generalizado que el régimen ha implantado. La gente se retrae. Ya no tenemos la posibilidad este 10 de diciembre de invitar a todos los organismos de sociedad civil para marchar por los derechos humanos en las calles. Han secuestrado las calles, pero no nuestra voluntad. El panorama es muy incierto, pero no debemos retroceder. 


Usted en el Cenidh acuñó la frase de “derecho que no se defiende, es derecho que se pierde”... pero con Daniel Ortega la gente los pierde aunque los defienda, y hay un hartazgo. ¿Qué mensaje le daría a esa ciudadana que se siente violentada, pero no ha podido quitarse ese yugo? 


La contestación más simple es que hay que arrebatárselo. Nos tienen secuestrados y conculcados nuestros derechos. Pero los derechos no solo se defienden en las calles y con mecanismos formales, sino con la voluntad de lucha de la gente. Perdamos el miedo para buscar cómo destruir la principal arma cobarde que han usado contra la población, que es intimidar con estado de sitio permanente, esa persecución selectiva. Por ejemplo, hay una persecución directa contra quienes se organizan de cara al proceso electoral. Los líderes son objetivos políticos. Policías que amenazan con cárcel a quienes organicen marchas. Hay que buscar cómo perder el miedo con prudencia, y asumir conscientemente los riesgos. 


Usted tiene una larga data defendiendo de derechos humanos. Con todo lo que ha descrito, ¿la situación de Nicaragua es igual o peor a lo que se ha visto en el pasado o en otros países? 


Conozco por vivencias propias y por compartir con el movimiento por los derechos humanos en América Latina. La historia de América Latina está plagada de dictaduras que violan derechos humanos. Ha sido el eje que ha perpetuado dictaduras, ya sean militares o no. Es muy difícil y a veces subjetivo decir hoy es peor que antes. Los métodos son distintos, pero fijate que en este caso de Ortega veo mayor perversidad. No veo el someter a alguien por un objetivo político, sino que yo veo por el comportamiento de la policía, en los sistemas penitenciarios o en los mismos discursos de Ortega y Murillo mensajes que transmiten odio y desprecio por la gente. Ellos odian el entorno porque buena parte de las personas los desprecian. Como ellos se han creído dueños de Nicaragua, saben que tienen el rechazo de una gran mayoría de la población… entonces su actitud no es de represión, sino que es de venganza. Eso es quizás lo que diferencia negativamente de Somoza. Somoza quitaba a sus adversarios con armas en mano para destruir la posibilidad de derrocamiento, pero este (Ortega) quiere destruir a la gente. Ellos nunca se esperaron el levantamiento de abril de 2018. Pensaron que con sus prebendas y migajas iban a tener lealtad del pueblo, pero no. Ahora responden como hemos visto. Son perversos, macabros y malvados. Aquí la gente no marchó primero diciendo `botemos a Daniel Ortega’, sino en respaldo a los ancianos. Era una demanda por la seguridad social, un derecho humano. Por eso digo que en Nicaragua lo que se libra es una batalla por los derechos humanos que debemos rescatar de las manos de esta dictadura. Debemos de luchar con perspectiva de derechos humanos, exigiendo su respeto. 


*Foto: Carlos Herrera