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Durante los últimos meses, pero sobre todo desde que se conocen informes serios sobre las graves violaciones de derechos humanos cometidas por el gobierno de Daniel Ortega contra la población, los ojos del mundo están sobre Nicaragua, y las muestras de rechazo no se han hecho esperar. Los intentos de Ortega para contrarrestar el repudio internacional han sido infructuosos. El gobierno ha terminado sentado en el banquillo de los acusados en
más de una ocasión y aislado de la comunidad internacional.