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Para muchos, el FSLN ha sido siempre un partido monolítico. Efectivamente, la imagen que ha proyectado desde hace muchos años es que en su estructura no existen fisuras y que la dirección mantiene el control del aparato. Sin embargo,

las noticias recientes sobre las pugnas en la cúpula del partido son indicativas de un proceso de mutación que ha venido experimentando desde inicios de los 90 y que durante los últimos años ha modificado significativamente la configuración del poder interno y la membresía.